Desde abril de 2018, gran parte de la población nicaragüense se ha rebelado contra el gobierno del presidente Daniel Ortega. Él y su esposa Rosario Murillo, que también es vicepresidenta desde enero de 2017, responden a la protesta con una fuerza brutal que casi nadie creía posible. El Estado asesina, detiene, persigue.
Los recortes sociales previstos en el seguro de pensiones detonaron originalmente la revuelta. Los y las estudiantes tomaron la iniciativa y luego campesinos y campesinas, pequeños comerciantes y pobladores de barrios populares se unieron a ella. El movimiento es amplio y variado. Las asociaciones empresariales también se pusieron del lado de la oposición y la Iglesia Católica ha tratado de mediar entre el movimiento de protesta y el gobierno.
Es como una pesadilla del pasado: la policía es utilizada como una fuerza de ataque armada contra la población. Paramilitares, francotiradores y matones comprados llevan a cabo “limpiezas” en nombre del Estado. Disparos a la cabeza, arrestos y persecución. A las y los heridos se les niega la atención de emergencia en los hospitales, y los enmascarados recorren los barrios y las casas. Centenares de personas, en su mayoría jóvenes, han muerto, miles resultaron heridas, muchas han sido secuestradas, torturadas y desaparecidas. Decenas de miles son forzados al exilio. El gobierno demoniza a los manifestantes como terroristas y los criminaliza con una ley antiterrorista creada en medio de la crisis especialmente con esta finalidad. Organizaciones de derechos humanos nicaragüenses e internacionales acusan al gobierno de graves violaciones a los derechos humanos. Además, los efectos de la actual situación política sobre la actividad económica han puesto a muchas personas en una situación de angustia existencial.
En Nicaragua, el dictador Somoza fue expulsado por un levantamiento popular en 1979. Entonces comenzó el experimento de una revolución social que conmovió a muchas personas en todo el mundo y desencadenó una solidaridad práctica. El logro histórico del movimiento y gobierno sandinista de romper con el papel tradicional del aparato represivo estatal fue único en América Latina. En ese momento se estipuló que el ejército y la policía no seguirían siendo instrumentos de la camarilla gobernante para asegurar sus beneficios y no deberían de oprimir nunca más a la población. Muchas personas alrededor del mundo consideraron a Nicaragua como un ejemplo exitoso del hecho de que la lucha de base amplia por la liberación de la tiranía estatal era posible. El asesinato como misión estatal, la tortura y los paramilitares eran cosa del pasado. La atención se centró principalmente en el intento de superar la extrema desigualdad social y buscar un camino de desarrollo con la mayoría de la población pobre. Los EE.UU. trataron de impedir su éxito mediante el bloqueo económico y la guerra de la Contra.
Sin embargo, bajo el liderazgo de Ortega, el poder del Estado ahora recurre exactamente a esos medios y patrones que parecían haber sido superados. Después de la manipulada reelección de Ortega en los últimos once años ha surgido un gobierno familiar dinástico sobre las ruinas de los regímenes neoliberales de los años 1990 y 2000.
Esta dinastía ha comprado el buen comportamiento de una parte de la población con beneficios sociales, se ha llenado la boca con consignas antiimperialistas, mientras ha restringido masivamente los derechos de las mujeres, pactó con la iglesia y los grandes capitales nacionales y extranjeros y continuó con la política económica neoliberal que destruye el medio ambiente y refuerza la pobreza. Ha habido repetidas protestas contra esto.
A pesar de eso, no ha habido ninguna oposición de derecha o de izquierda en el país con mayor apoyo popular. La revuelta actual se está llevando a cabo de manera masiva y amplia. Sobre todo, se opone a la usurpación del poder por parte de la familia Ortega. Nadie sabe si tendrá una orientación política y cómo, y menos si se hará con un programa progresista.
Después de muchos años de solidaridad con la Nicaragua sandinista, ahora encontramos que el sistema político bajo el gobierno de Ortega se ha pervertido, convirtiéndose en un sistema represor que viola sistemáticamente los derechos humanos y persigue a las y los disidentes por la fuerza.
Somos conscientes de que se está intentando, sobre todo desde los Estados Unidos, influir en el movimiento de protesta de acuerdo con sus intereses. Sin embargo, eso no es razón para no ser solidarios y solidarias. Por el contrario, con nuestra solidaridad contribuimos a garantizar la autonomía del movimiento de protesta.
Muchas y muchos de nosotros hemos sido activos en la solidaridad con Nicaragua de diferentes maneras durante muchos años y décadas. Nuestro compromiso fue con una Nicaragua Sandinista comprometida con la justicia social y la libertad. Incluso después de que el gobierno sandinista fuera destituido, continuamos nuestro trabajo junto con los movimientos sociales del país.
Por la misma razón por la que nos solidarizamos con la Revolución Sandinista en la década de 1980, ahora insistimos en el cese inmediato de la violencia por parte del régimen. Ortega, Murillo y sus estructuras de poder han perdido toda legitimidad y no hay un futuro digno con ellos. Además los autores de los delitos contra la población deben ser detenidos y llevados ante la justicia por tribunales independientes, las y los presos políticos deben ser liberados y la criminalización y la persecución política deben cesar inmediatamente.
Continuaremos apoyando a las fuerzas en Nicaragua que trabajan por una Nicaragua libre y democrática, en la cual una vida de dignidad y autodeterminación es posible y la justicia social finalmente puede ser alcanzada.
“¡¡¡ NICARAGUA LIBRE Y VIVIR !!!”
Fráncfort del Meno, en septiembre de 2018
Organizaciones y personas firmantes:
Arbeitskreis Internationalismus der IG Metall Berlin
Christliche Initiative Romero
campana cafe mexico
Förderverein Städtefreundschaft mit Jinotega e.V. Solingen
Gruppe für das Leben, den Frieden und die Demokratie in Nicaragua
Entwicklungspolitisches Netzwerk Hessen e.V.
Informationsbüro Nicaragua Wuppertal
INKOTA-netzwerk e.V.
medico international
NicaNetz Freiwilligen Netzwerk Nicaragua e.V.
Nicaragua-Solidarität Berlin
Nicaraguaverein Göttingen
Partnerschaftsverein Kreis Groß-Gerau – Masatepe/Nicaragua e.V.
SOSNicaragua – Bielefeld
SOSNicaragua – Frankfurt
Städtefreundschaft Frankfurt – Granada
Städtepartnerschaftsverein Erlangen – San Carlos
Städtepartnerschaftsverein Freiburg – Wiwilí e.V.
Städtepartnerschaftsverein Nürnberg – San Carlos
Städtepartnerschaftsverein Wuppertal – Matagalpa e.V.
Verband Entwicklungspolitik Niedersachsen e.V.
Verein Sandino-Partnerschaft Darmstadt e.V.
Verein zur Förderung der Städtepartnerschaft Gießen mit San Juan del Sur und Region in Nicaragua e.V.
Edith Otero Quezada
Erika Harzer
Gerd Wolf
Giobla Huss
Dr. Gottfried Huss
Dr. hc. Hermann Schulz
Jan Braunholz, Café Cortadora
Kalle Staymann
Rosibel Kreimann
Sissi Karnehm-Wolf
Thomas Gebauer
Ursula Sieg
Dr. Volker Wünderich