Políticas de trauma y resiliencia

Defender la vulnerabilidad

12/06/19   Tiempo de lectura: 3 min

En una conferencia sobre temas psicosociales en la sede de medico, expertos de once países defendieron el apoyo solidario a las personas necesitadas.

Por Usche Merk.

Acudieron desde Irak , Líbano, Turquía, Afganistán, Egipto, Marruecos, Congo, México, Polonia, Italia y Alemania para participar en una conferencia organizada por medico junto con sus organizaciones cooperantes, que tuvo lugar el 19 y 20 de octubre de 2018. El grupo de participantes estuvo conformado por colegas nuestros, comprometidos con la labor psicosocial en auxilio de los refugiados y/o en los territorios afectados por conflictos armados y crisis. Aparte del intercambio de opiniones sobre enfoques en la práctica, el encuentro permitió evaluar la problemática del manejo de conceptos como trauma y resiliencia: la creciente tematización del trauma no ha llevado a evitar los actos de violencia. Por el contrario, en muchas regiones y espacios, se percibe un aumento de agresiones dirigidas contra la integridad psíquica y la capacidad de acción de las personas y de las estructuras solidarias.

Los y las colegas provenientes de Siria, Irak y Afganistán relataron sus experiencias cotidianas, en las que la sistemática agresión contra la población civil, con los traumas resultantes, se ha convertido en parte explícita de las estrategias de la guerra y el terror. Algo similar ocurre con las estrategias de represión ejercida por antiguos y nuevos regímenes autoritarios en Palestina, Egipto o Turquía, que no solo recurren a la arbitrariedad y la humillación pública sino a acciones sistemáticas de tortura e intimidación. Y la propia Europa ya no se limita a la estrategia de segregación e intimidación, sino agrega a ello ingentes actos de terror marcados por un racismo de extrema derecha. Ante este trasfondo, aumenta la necesidad de prestar servicios de apoyo psicosocial, pero al mismo tiempo crece su instrumentalización. Los y las colegas de las regiones en crisis describieron cómo — tras la supuesta ayuda — se esconden los procesos de exclusión y la negativa de hallar soluciones políticas para prevenir la violencia. Además, los programas para fomentar la resiliencia a menudo sirven en la práctica para obstruir ofertas de apoyos estables y a largo plazo. En vez de ello, la estrategia consiste en el prematuro abandono de los necesitados a su propia suerte.

Con ello, la labor psicosocial corre el peligro de convertirse en un instrumento de control. Durante la conferencia, surgió un amplio consenso sobre la creciente falta de humanidad en el discurso de la resiliencia, pues éste exige a las personas que resuelvan cualquier crisis por sus propios medios. En lugar de responder a la lógica de la destrucción con el remedio del “fortalecimiento de la resiliencia”, los y las colegas plantearon la necesidad de defender la vulnerabilidad de las personas: de hecho, no es posible sobrellevar, resistir o superar todas las desgracias. Finalmente, los expertos coincidieron en que la labor psicosocial debe ir de la mano con el compromiso político y de derechos humanos, y que debe tomar posición en contra de las condiciones lesivas que prevalecen en la actualidad.

 


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