Por Valeria Hänsel y Kerem Schamberger
En las primeras horas del 14 de junio de 2023, un barco pesquero se hundió frente a las costas griegas cerca de Pylos. Las casi 750 personas hacinadas a bordo estaban a punto de lograr la travesía desde Libia hacia Europa a través del Mar Mediterráneo. Sin embargo, la mayoría no sobrevivió su encuentro con la guardia costera griega: según las declaraciones de los pocos sobrevivientes, esta habría intentado arrastrar el barco en que viajaban hacia aguas italianas con ayuda de una soga, para así liberarse de cualquier responsabilidad. En lugar de asistir su rescate, la guardia costera provocó el naufragio del barco, que en cuestión de minutos se hundió con las personas a bordo.
Convertir a las víctimas en responsables
Posteriormente, nueve de los sobrevivientes fueron detenidos. La acusación: tráfico de migrantes. En prisión preventiva esperan su proceso judicial, tras el que podrían recibir cadena perpetua. De este modo se culpabiliza a l@s migrantes en busca de refugio, mientras l@s responsables –aquell@s que mediante la segregación obligan a las personas a tomar rutas cada vez más peligrosas, poniendo en riesgo sus vidas– permanecen intocables.
Pylos no es un caso aislado: tan sólo en Grecia, más de 2 mil personas se encuentran tras las rejas en calidad de traficantes de migrantes, conformando así el segundo grupo de pres@s más grande en el país; también en España e Italia, miles se encuentran en cautiverio por el mismo “delito”. Su único crimen: en su búsqueda de una vida mejor, cruzaron una frontera y ayudaron a otr@s a su paso. Mientras que para alguien con pasaporte alemán cruzar fronteras resulta algo completamente natural, para otras personas esto se traduce en penas más severas que aquellas por homicidio.
Las prisiones griegas están saturadas, no hay atención médica suficiente y los episodios de violencia son frecuentes. El año pasado, el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes, constató que las condiciones de arresto representan “una afrenta contra la dignidad humana de l@s pres@s”. Bajo estas condiciones, las personas son mantenidas en aislamiento durante años e incluso décadas.
El “tráfico de migrantes” está fuertemente criminalizado en toda la UE: la captura de ayudantes de migrantes es algo recurrente en países como España e Italia en la frontera sur de Europa, así también en la frontera polaco-bielorrusa y a lo largo de la ruta de los Balcanes. La criminalización de personas que ayudan a migrar se extiende incluso hasta la zona del Sahel, por ejemplo en Níger. La UE ha forzado a este país a implementar una legislación que ha convertido a los choferes que transitan en rutas migratorias en “criminales traficantes de migrantes”.
La paradoja de la criminalización
La criminalización del cruce de fronteras resulta paradójico: l@s migrantes tienen derecho a la revisión individual de su solicitud de asilo. No obstante, para hacer valer este derecho, son obligad@s a llegar a un lugar donde puedan realizar dicha solicitud; para ello, es necesario cruzar fronteras. Dado que la política de segregación convierte el cruce de fronteras en algo ilegal, l@s migrantes están estructuralmente forzad@s a violar la ley. En esta situación existen personas que brindan ayuda para cruzar fronteras, tachadas de ayudantes o traficantes de migrantes. Si no existiera la segregación, tampoco se necesitaría de estas personas; es sólo a partir de que se erigen fronteras y se criminaliza su cruce cuando l@s traficantes se convierten en una necesidad y son capaces de establecer sus propias condiciones. Nadie pagaría cientos de dólares por un lugar en un bote inflable no apto para navegar, cuando por mucho menos dinero un@ podría pagar un ticket para viajar en ferry. Mientras las fronteras europeas sigan estando cerradas y militarizadas, l@s ayudantes y traficantes de migrantes seguirán existiendo.
A la sombra de los muros fronterizos pueden formarse economías plagadas de violencia y explotación; cárteles y criminales que se aprovechan de la necesidad para hacer dinero. Sin embargo, el problema es ocasionado por el mismo régimen de frontera, que ha adquirido rasgos incluso más bizarros: por ejemplo, la UE financia la llamada guardia costera de Libia, que se encarga de capturar a personas en su ruta de huida hacia Europa, de trasladarlas a prisiones, someterlas a tortura para luego venderlas en mercados de esclav@s. La misma guardia costera pone a la venta opciones para el traslado ulterior hacia Europa: un negocio que se halla en concordancia con el régimen de frontera de la UE y funciona a costa de las personas.
El heroísmo de l@s ayudantes de migrantes
La partición del mundo en Estados nacionales, la pertenencia a los mismos y la existencia de pasaportes constituyen un fenómeno histórico reciente, así como la ilegalización de los cruces de frontera. Un vistazo a la historia nos muestra que la imagen social de l@s ayudantes de migrantes depende de la coyuntura histórica: en Alemania, la memoria en torno a las personas que durante la separación de Alemania ayudaban en la huida desde el Este hacia el Oeste, goza de una connotación enteramente positiva. Diversas historias espectaculares de huida, como la de los túneles secretos del Muro de Berlín, se han convertido en tema de películas y programas televisivos. Asimismo, hoy se honra a las personas que salvaron la vida a miles de perseguid@s por el nacionalsocialismo. Una de ell@s es la antifascista Lisa Fittko, quien fue condecorada con la Cruz Federal al Mérito por haber guiado a decenas de perseguid@s por el régimen nazi desde la Francia ocupada hacia España, atravesando los Pirineos. Walter Benjamin se encontraba entre ell@s. También en otras épocas y continentes existen ejemplos similares, en los que se destaca el heroísmo de sus acciones. En el contexto estadounidense, Harriet Tubman es el caso más conocido: después de su propia huida como parte del Underground Railroad en los años cincuenta del siglo XIX, ella ayudó a personas esclavizadas de los estados sureños a llegar al norte.
Podemos partir de que también aquell@s que hoy son criminalizados como traficantes de migrantes en la UE, un día serán vist@s de modo distinto; cuando se comprendan mejor los contextos políticos de los que han surgido, cuando se conozcan sus historias y se reconozca su valor para salvar a otr@s. Aún cuando no sean de piel blanca y se necesite de formación política y empatía para entender el mundo en el que viven. El tiempo traerá consigo este reconocimiento, pero hoy en día, l@s ayudantes de la huida requieren solidaridad y apoyo en contra de su criminalización y encarcelamiento. El caso de la acusación de los sobrevivientes del barco hundido en Pylos nos muestra qué tan urgente resulta esta solidaridad.
Este texto se basa en un discurso pronunciado por Valeria Hänsel y Kerem Schamberger (amb@s trabajan el tema de la migración en medico) en el marco del “Día Berlinés del tráfico: homenaje festivo a los traficantes de migrantes de Europa” el 25 de junio de 2023.
Traducción: Benjamín Cortés