Serie de lecturas

Explorando las fricciones

29/03/22   Tiempo de lectura: 7 min

Revisa de "Turbulencias Psicosociales – Afectos y Luchas en la Pandemia".

By Julia Manek and Usche Merk

Poco antes de la conferencia de apertura, recibimos un correo de Rita Segato. En él, la intelectual feminista nos comunicaba que, desgraciadamente, tendría que posponer su intervención en la primera sesión de Turbulencias Psicosociales. La causa: “Tengo un viaje programado a Estados Unidos, pero no se me permite la entrada al país, dado que en Argentina recibí la vacuna Sputnik. Por ello tengo que tomar rápidamente un vuelo a Brasil, para allí aplicarme la vacuna Johnson & Johnson. Un abrazo”. Así, el ciclo de conferencias mismo entraba en zona de turbulencias gracias a la pandemia; el título del mismo se convirtió, en muchos sentidos, en un elemento central del programa.

El foco de interés de este ciclo, organizado por medico en colaboración con el Instituto de Investigación Social y el Instituto de Geografía Humana de la Universidad de Frankfurt, estuvo constituido por las dimensiones psicosociales y los “efectos secundarios” afectivos de la pandemia en lo político: desde miedos y sensaciones de impotencia, pasando por el duelo y  la depresión, hasta llegar a la rabia y el anhelo. ¿En qué medida los afectos se convirtieron en catalizadores de discusiones y movimientos políticos, y viceversa? La exploración de estos afectos fue llevada a cabo por once panelistas, entre octubre de 2021 y febrero de 2022. En medio de la sensación de cercanía o de la soledad experimentada por much@s, del confinamiento o del llamado al distanciamiento social, surgieron espacios para la reflexión común entre l@s ponentes y l@s más de mil asistentes inscritos, a lo largo de seis continentes. Mientras que prescindir del contacto físico y, con ello, trasladar el ciclo de conferencias a la digitalidad parecía algo lamentable, Koketso Moeti, de Sudáfrica, subrayó que el Ser en el mundo actual está de por sí caracterizado por el entrelazamiento inmanente de estar “en línea” y “desconectado”.

Sin embargo, dado que la esfera digital está atravesada por algoritmos racistas y por ello de ningún modo es neutral o, mucho menos, emancipatoria en sí misma, Thomas Matzner resaltó la importancia de luchar por plataformas alternativas. En la pandemia, esto es más importante que nunca. Djamila Ribeiro reforzó está idea: en Brasil, el racismo – ausente por completo en las estadísticas oficiales, tal y como ella enfatizó de manera sorprendente – está siendo fomentado masivamente a través de las redes sociales. Por otro lado, estas redes han sido principalmente el lugar en el que los movimientos sociales progresistas en Brasil se han organizado, sobre todo ahora durante la pandemia. De este modo, también con el ciclo de conferencias se dio forma a un espacio virtual con consecuencias tangibles: much@s asistentes y panelistas relataron momentos de emocionalidad, así como de esperanza.

No obstante, la esperanza se presentó en un primer momento como inalcanzable, en vista de la agudización de las desigualdades e injusticias en tiempos de la (poli-)pandemia, sobre todo en los lugares comúnmente denominados como el “Sur Global”. Rita Segato habló en entrevista incluso de una fase “apocalíptica” del capital, que se expresa como la apropiación de la vida en su conjunto en tanto que una simple cosa. Hablar únicamente de “desigualdad”, según ella, ya no es suficiente, considerando que no existen mecanismos de regulación efectivos que pudieran controlar y establecer límites a los propietarios, debido a que estos han llevado a cabo una acumulación extrema de poder, capital y tierra.

Mpumi Zondi, de Sudáfrica, dejó en claro que las experiencias durante la pandemia están íntimamente conectadas con la violencia estructural y patriarcal; de este modo, otras crisis y exigencias psicológicas se agudizan de manera dramática, en especial para mujeres negras en situación de pobreza. Frente a la mirada superficial, no sólo la violencia doméstica pasa desapercibida, sino también la necesidad de pedir un crédito para, por ejemplo, poder satisfacer necesidades básicas y, con ello, lo que significa vivir endeudada. La socióloga Vanessa Thompson estableció una conexión entre la imposibilidad de respirar ocasionada por el virus, la violencia (policial) racista y, en último término, la explotación colonial: en todos lados, estas amenazan con imposibilitar la respiración y destruir los fundamentos de la vida. En vista de este ataque contra la vida – y no hablamos ya de una vida digna, sino de la vida simple y llana – y de los asesinatos selectivos de cuerpos racializados y feminizados, la mera lucha por la supervivencia cotidiana puede representar ya una forma de resistencia. La violencia y la destrucción de este tipo son generadoras de miedo; sin embargo, también hacen posible la rabia frente a estos agravios, así como la rebeldía colectiva frente a la opresión.

De modo similar en que la resistencia del movimiento Black Lives Matter en contra asesinatos racistas está acompañada del duelo y la rabia, estos son dos pilares que sostienen también a las protestas masivas antipatriarcales de #NiUnaMenos. Elsa Dorlin definió explícitamente a la explotación de los cuerpos y de la naturaleza como terrorismo patriarcal, frente al que no habría más alternativa que la autodefensa. En este sentido, la auto-defensa feminista concibe al “Auto-” como algo que va más allá del “Yo” y apunta hacia un “Nosotr@s” colectivo. Resulta claro, como afirma Verónica Gago, que la autodefensa debe llevarse a cabo de manera colectiva y solidaria: “A mí me cuidan mis amig@s, no la policía. Para nosotr@s se trata de defender los recursos de la vida: la naturaleza, los cuerpos, las relaciones solidarias y de cuidados en contra de la vulnerabilidad de la vida (una vida digna)”.

Así, mientras que las perspectivas optimistas nombraron al cuidado como un elemento central de la transformación social, Julia Dück apuntó críticamente que este no es emancipador per se: el trabajo de cuidados médicos racionalizado y explotado al máximo, así como el trabajo de reproducción y cuidado no remunerado, conforman la “masilla” que mantiene al mundo y al sistema de la explotación y la desigualdad cohesionado, evitando así su colapso. Sin embargo, son las condiciones mismas las que producen la resistencia frente a dicho sistema. Contra la explotación y desde la solidaridad y el cuidado mutuo, las chispas de esperanza que anhelan un mundo distinto pueden encender rebeliones. De ello dio muestra Nadia Mahmood, quien hizo frente a la represión masiva del movimiento revolucionario de mujeres en Irak con relaciones solidarias. La autodefensa debe ser una perspectiva de largo aliento; en ese sentido, Clemencia Correa complementó la idea con un panorama de lucha: “La pandemia acabará en algún momento, pero la violencia continuará”.  

La pregunta en torno al “nosotr@s” se hizo presente a lo largo de todas las sesiones del ciclo: ¿Existe un tipo de subjetividad común, de experiencia compartida y de anhelo causada por la pandemia, a pesar de los modos tan distintos en que la vivimos? ¿Y cómo pueden surgir espacios en rebeldía, de empatía y solidaridad? Se trata, según la filósofa Eva von Redecker, de desarrollar, desde los espacios intersticiales, otros modos de relacionarse, los cuales son – o podrían ser – el fundamento para luchar por una “revolución por la vida”, desde diferentes lugares y perspectivas.

La esperanza se mantuvo escasa. Pero ante los cambios de época ocasionados por la pandemia y las guerras, se articuló el deseo de establecer vínculos; de dar continuidad al diálogo transnacional, por encima de todas las desigualdades. Y de seguir el anhelo común por un mundo habitable y solidario. Esta búsqueda y la lucha para conseguirlo continúan.

El ciclo de lecturas “Turbulencias Psicosociales” explora la política global del afecto y las luchas psicosociales por la salud y la justicia en tiempos de pandemia. La serie de eventos se atreve a echar un vistazo global a las nuevas subjetividades. Se pregunta qué ha hecho la pandemia con "nosotrxs". ¿En quiénes nos habremos convertido? Al mismo tiempo, se trata de la diferenciación de este "nosotrxs" y de las formas de subjetivación extremadamente diferentes en un mundo patriarcal, poscolonial y desigual.


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