En la frontera entre Turquía y Siria, los cantones kurdos han comenzado a administrarse de manera autónoma. Se han convertido asimismo en un refugio para otros perseguidos. Un experimento esperanzado pero peligroso en las proximidades del conflicto bélico.
Siria se desintegra y se destruye a sí misma. Esto es lo que puede leerse por doquier y escucharse en los medios de comunicación. Esta guerra, que ya perdura desde hace tres años, ha dividido en diversas zonas de influencia al que fuera anteriormente un Estado sumamente centralizado. Pero en el norte del país sucede algo inesperado, algo que casi ningún observador político hubiera sospechado. Es posible incluso que aquí se trace el nuevo mapa del Oriente Medio. Sucede que en medio de la confusión de la guerra y en forma oculta a lo largo de la frontera sirio-turca, el repliegue del poder central ha abierto una puerta a una autonomía federal de los kurdos de origen sirio, la minoría más numerosa del país. Luego de que alrededor de 2,5 millones de kurdos fueran oprimidos durante décadas por el partido Baath de Assad, asimilados a la fuerza y perseguidos, ahora hacen alarde en público de su lengua y su cultura, reprimidas en épocas pasadas. Las banderas kurdas se enarbolan en las calles, los niños aprenden árabe y kurdo en la escuela. Las zonas residenciales kurdas cuentan con una fuerza policial propia y fuerzas de seguridad con un alto porcentaje femenino, y se ensaya una democracia comunal directa.
Lo mismo se observa en el distrito Kobanê en la frontera turco-siria, uno de los tres cantones kurdos que han comenzado a administrarse de manera autónoma. Aquí habitan también armenios, cuyos antepasados pudieron escapar del genocidio ocurrido en Turquía, así como comunidades religiosas de yezidis, asirios, cristianos ortodoxos y circasianos sirios. El cantón cuenta entretanto con 700.000 habitantes, tres veces más que antes de la guerra. Los refugiados provienen de Alepo, de Raqqa o Deir el-Zor, de todos los rincones donde ya no se sienten seguros, ya sea por temor ante el ejército sirio o un miedo aún mayor frente a la crueldad de las milicias islamistas. Pero el experimento democrático en esta región se encuentra en riesgo. Grupos terroristas radicales del entorno de Al-Qaeda atacan una y otra vez las zonas kurdas. A esto debe sumarse que los medicamentos se han agotado en Kobanê, no es posible contar con energía eléctrica ni gasolina, y también escasean la harina y las verduras.
Todo esto lo conoce la población kurda en Turquía. Y tanto hombres como mujeres ponen manos a la obra. Con su apoyo, medico logró enviar en repetidas oportunidades durante el año 2013 una ayuda sanitaria de emergencia al acosado "Rojava" (en kurdo: "oeste"), que es como denominan los kurdos su Kurdistán Occidental en Siria. Esta ayuda se realiza independientemente de las grandes organizaciones internacionales o de la comunidad de valores occidentales. Por consiguiente, la ayuda de medico es solamente posible en cooperación con la sociedad civil en Turquía. Sin los farmacéuticos que empacan medicamentos en turnos nocturnos en la cercana Diyarbakir, sin las municipalidades kurdas en las ciudades cercanas a la frontera, cuyos voluntarios trabajan sin descanso realizando llamadas telefónicas para obtener permisos, coordinan con médicos del lado sirio y además lisonjean a la policía fronteriza para que las vías de transporte al otro lado de la frontera se encuentren realmente transitables, ningún camión con materiales de la ayuda de emergencia llegaría al Kurdistán sirio.
Siria continúa siendo la gran tragedia de este joven siglo. La guerra civil inicia su cuarto año y aun los cálculos más conservadores se basan en que, desde el comienzo de la rebelión originalmente democrática, un promedio de 150 personas han muerto asesinadas… todos los días. medico continuará prestando ayuda de emergencia: en las zonas kurdas de Siria pero también en Damasco, en el campamento de refugiados palestinos Yarmouk o en la ciudad de Irvin, en todos los lugares donde la guerra es implacable. Es en estos sitios donde los sirios y sirias intentan salvar los ideales de su rebelión - libertad, justicia y dignidad. Los sueños revolucionarios ya han sido enterrados, pero la esperanza de lograr una Siria diferente todavía no ha muerto.
En el año 2013, medico apoyó la ayuda médica de emergencia en las zonas kurdas de Siria con € 60.562.