Chile después del plebiscito

Neoliberalismo invencible

26/09/22   Tiempo de lectura: 13 min

Los movimientos sociales y el gobierno de izquierda fueron derrotados por una posición antipolítica, que rechaza sus condiciones de vida pero teme al cambio.

Por Katja Maurer

Dos días después de la derrota en el plebiscito por una nueva Constitución en Chile, cient@s de estudiantes secundari@s protestan en Santiago; saltando los torniquetes del metro, se concentran en la Alameda, la gran avenida en el corazón de la capital. Con una acción idéntica, l@s estudiantes secundarios hicieron estallar la más grande ola de protestas en la historia de Chile, en el otoño de 2019. El estallido social es el acontecimiento de las últimas décadas cuya estela se deja sentir hasta el día de hoy. Jugando voleibol o lanzando piedras, l@s estudiantes dejan en claro que, con nueva Constitución o sin ella, existen buenas razones para movilizarse por una transformación profunda en Chile. El mensaje que parecen querer transmitir es: ningún gobierno puede canalizar la frustración de la clase media ni la rabia de la clase baja hacia vías de protesta más serenas.

La revista digital anarquista Lobo Suelto ofrece en estos días posteriores a la amarga derrota en las votaciones por una nueva Constitución la siguiente lectura de los acontecimientos: “El gesto destituyente sigue en curso, el malestar domina la escena callejera y las urnas. El ‘Rechazo’ alcanzó un nivel de desaprobación que no es traducible como negativa a un texto jurídico-administrativo de un país soberano, igualitario y garante de derechos.” Se trataría de una fuerza que no puede comprenderse a partir de la división entre “izquierda y derecha” sino, más bien, de la fractura entre “l@s de arriba y l@s de abajo”.

L@s estudiantes secundarios, que por su estatus social constituyen un puente entre el ambiente tradicional de la izquierda y un entorno empobrecido orientado por el anarquismo en contra de l@s de arriba, se cuentan entre l@s que desde un comienzo se opusieron al Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución, negociado el 19 de noviembre de 2019. En la madrugada de aquel día, el hoy presidente Gabriel Boric plasmó su firma en el Acuerdo, rescatando con ello al gobierno de Piñera, pues el movimiento popular se había vuelto tan fuerte que el gobierno derechista se encontraba al borde de una caída inminente. Este Acuerdo, firmado sin haber consultado con las fuerzas sociales en la calle, parece legitimarse en retrospectiva por el hecho de que la pandemia de la COVID 19, que tuvo como consecuencia un confinamiento de larga duración a partir de marzo de 2020, indudablemente habría puesto fin a la revuelta social en las calles. Además, los movimientos sociales y los partidos de izquierda alcanzaron victorias electorales abrumadoras con la Convención Constitucional como telón de fondo, lo que condujo a la idea –en retrospectiva errónea– de que dicha Convención era efectivamente portadora de la voz de una gran mayoría de la población chilena. Entre l@s miembros de la Convención Constitucional, con quienes hablamos en marzo de este año, la confianza en el voto obligatorio era grande. Ahora, con una derrota arrolladora en la que tan sólo 40 por ciento votaron a favor de la propuesta constitucional, frente a un 60 por ciento en contra, se ha vuelto evidente que la cuestión de la representación política no está resuelta en absoluto. Claro, la dimensión de las protestas masivas –apenas el 1 de septiembre medio millón de mujeres en las calles y un millón el 8 de marzo– resultan en sí impresionantes; sin embargo, no representan más que a sí mismas.

Los detalles del voto, muy reveladores

Tras la derrota, los partidos de izquierda y liberal-progresistas se encuentran frente a un desafío casi indescriptible. Comprensiblemente, las primeras reacciones tras el ‘Rechazo’ llamaban a “seguir adelante”; no obstante, desde antes de la votación el gobierno de Boric había planeado realizar cambios en su gabinete de acuerdo con los resultados de la misma. Ahora, con al menos seis nuev@s ministr@s, el gobierno que encabezará Chile durante los próximos cuatro años se asemeja más a la Concertación de centroizquierda de l@s president@s Lagos y Bachelet que al inicio de otra época menos neoliberal. Mario Marcel, ex Presidente del Banco Central de Chile, tendrá como nuevo Ministro de Hacienda muchísimo más peso en el gobierno e impedirá cualquier medida que pudiera afectar a un modelo económico basado en el extractivismo. Con ello llega a su fin un ciclo abierto desde el año 2006 con el alzamiento de estudiantes secundari@s –conocido también como “revolución pingüina”– hasta los movimientos estudiantiles, ambientalistas y feministas, que parecieron haber movilizado efectivamente a una amplia mayoría por el abandono del sistema neoliberal.

La contundencia de la derrota se hace visible en los detalles de la votación. En lugar del 55.6 por ciento de participación registrado en la última elección presidencial, esta vez 85 por ciento del electorado acudió a las urnas. Votar fue obligatorio y no hacerlo salía caro. El ‘Apruebo’ se impuso únicamente en ocho comunas de más de 346, y esto con un margen mínimo. El 58% de mujeres menores de 34 años votó de forma negativa, mientras que en otros rangos de edad, la oposición entre las mujeres fue aún mayor. Con su voto no sólo rechazaron la primera Constitución paritaria, sino sobre todo su derecho a la autodeterminación reproductiva.

Lo mismo es válido para los pueblos indígenas de Chile, a los que la ahora rechazada Constitución habría traído, al menos, un Estado plurinacional y derechos colectivos, así como un sistema de justicia propio; sin embargo, en lugares como Tirúa en la Provincia Biobío, con un 70 por ciento de población Mapuche, el voto por el ‘Rechazo’ ascendió a 77 por ciento. Incluso en la Comuna de Petorca, donde sus habitantes y pequen@s agricultor@s carecen del agua que continúa fluyendo hacia las plantaciones de palta (aguacate), la mayoría votó en contra de la nueva Constitución. Aquí también se tenía previsto nacionalizar y redistribuir los yacimientos de agua privatizados, para así garantizar el abastecimiento primordial del líquido para tod@s l@s ciudadan@s.

Incluso las personas privadas de libertad rechazaron la Constitución, a pesar de que esta habría mejorado su situación jurídica en todos los aspectos. Los primeros análisis del voto muestran claramente: entre más pobre la población, más rotundo fue el rechazo a la Constitución… Exceptuando a la élite más rica. Durante el cierre de campaña por el ‘Apruebo’, se entonó “El pueblo unido jamás será vencido” y tod@s cantaron segur@s de la victoria, en vista de l@s más de 500 mil asistentes al acto masivo. Ahora, tal vez esa idea de “pueblo” deba ser sepultada. En cifras absolutas, los votos por el ‘Apruebo’ exceden en 200 mil a los obtenidos en la segunda vuelta de la elección presidencial; de no haber existido el voto obligatorio, probablemente el ‘Apruebo’ habría triunfado.

Vivir en el aquí y el ahora

¿Qué fue lo que pasó? Un vistazo a la Comuna Los Molles, ubicada a 300 kilómetros al norte de Santiago puede servir de ejemplo para explicarlo. Fuera de la temporada alta, la comuna tiene 3 mil habitantes; en verano, diez veces más. El otrora pueblo pesquero vive ahora del turismo y del cultivo de marihuana. En 2013, durante el primer mandato de Sebastián Piñera, los derechos de pesca en Chile fueron privatizados en favor de siete familias. Desde entonces, l@s pescador@s del pueblo sólo tienen permitido navegar una milla mar adentro y pescar únicamente para el consumo doméstico; a partir de entonces, l@s antigu@s pescador@s han diversificado sus actividades: alquilan sus parcelas de playa a pequeñas tiendas, cobran renta por lugares de estacionamiento a turistas que vacacionan en un humedal considerado como sitio prioritario de protección ecológica. L@s activistas ambientales tienen en contra a la mayoría del pueblo, que puede sobrevivir del turismo y mejorar con él sus condiciones de vida.

Al tiempo en que se lleva a cabo una disputa en torno a la cuestión de la protección del medio ambiente, acompañada de un proceso de concientización, el negocio ilegal de las drogas está destruyendo el tejido social de la comuna mediante el ejercicio de la violencia y el machismo. Quien se consigue un trabajo de verano en las plantaciones ilegales de cannabis durante la época de cosecha vigilando los plantíos a mano armada, tiene al fin de la temporada dinero suficiente para comprarse una camioneta. En Los Molles, donde el movimiento ambientalista de la organización contraparte de medico MODATIMA era fuerte, la situación se ha vuelto difícil para l@s activistas tras la derrota en el plebiscito. Incluso en la antesala del mismo, la casa de Lorena Donaire, vocera de las feministas en MODATIMA, fue consumida por las llamas como resultado de un incendio doloso.

La precariedad en la que viven los estratos medios y bajos de la sociedad es una construcción frágil de trabajos legales y no tan legales, de “pitufos” (trabajos que se consiguen a través de contactos) y de créditos. Los grandes cambios prometidos por la nueva Constitución ocasionaron inseguridad en dichos estratos. Precisamente l@s nuev@s votantes, gente alejada de los ambientes políticos y de sus redes mediáticas, son l@s consumidor@s de una programación de baja calidad ofrecida por los canales de televisión privatizados, propiedad de las familias más adineradas. A través de estos medios, la derecha chilena inició su contracampaña basada en mentiras evidentes en junio de 2021, con motivo del comienzo de la Convención Constitucional, en la cual ni siquiera poseía una minoría de bloqueo. Tan sólo unos días después del plebiscito, el portal digital CIPER realizó una encuesta sobre las razones del rechazo en los barrios pobres de Santiago. El resultado de la misma demuestra que las campañas mediáticas de la derecha surtieron efecto: la gente temía perder sus casas y sus pensiones; no quería tampoco un Estado plurinacional. Cuando la idea de construcción de vivienda social o de un sistema solidario de pensiones se tergiversa para atemorizar con el fin de la propiedad privada –por más ínfima que esta sea–, cualquier intento de reforma constitucional que se proponga seriamente la construcción de un “Estado social y democrático de derecho” se convierte en una empresa difícil. L@s más pobres rechazaron el cambio, en cualquiera de sus formas.

Para Karina Nohales, una de las voceras del movimiento Coordinadora Feminista, un grave error de la Convención Constitucional consistió en no haber pensado con tiempo en el plebiscito final, dejando así campo libre a la derecha durante meses. En los hechos, la Convención estuvo enfocada, en medio de debates que duraban horas, en alcanzar un consenso para la nueva Constitución en la que pudieran verse reflejados tod@s l@s convencionales y las agrupaciones políticas que se encontraban detrás, así como sus respectivos intereses. Como resultado de ello surgió una de las constituciones más progresistas, feministas, ecológicas y poscoloniales del mundo que, no obstante, resultó en un fracaso.

Debates intensos en la red

En los debates que se desarrollan actualmente por todos lados en la red el tono es muy duro. En ellos la discusión gira en torno a la autocomplacencia y el narcisismo de los movimientos sociales, acusaciones que son inmerecidas. Sin embargo, debemos cuestionarnos sobre la existencia de algo como un sujeto universal, aún cuando la feminista argentina Rita Segato anunciaba días antes de la votación en el Teatro Caupolicán de Santiago que, a partir de ese momento, ese lugar le correspondía al sujeto femenino. Y si la idea de un proyecto de izquierda tan fuerte como el de Chile ya no puede encontrar una mayoría, ¿qué significa esto para aquell@s que lo han impulsado hasta ahora con tanta entrega?

Hasta hace poco, much@s pudieron comprender a la antipolítica, es decir, a la demonización de toda política en tanto que política desde arriba, como una forma de protesta. Ahora, esta ha movilizado el voto hacia el ‘Rechazo’. La pregunta es qué tan de izquierda es realmente esta postura del rechazo a los partidos; de igual forma, si en el mismo no se refleja más bien una forma del populismo de derecha que, como sabemos por experiencia, no se interesa por necesidades políticas ni por los desafíos de la realidad. Esto también constituye una forma de la antipolítica.

Mientras que los movimientos sociales se lamen las heridas y su futuro queda en la incertidumbre, el gobierno de Boric lleva adelante su nuevo proyecto de gobierno. Alt@s funcionari@s del mismo comentan en conversaciones privadas que el enfoque estará en medidas sociales y en una gobernanza inteligente para reducir la criminalidad. Según ell@s se trata, sobre todas las cosas, de evitar el triunfo del populista de derecha Kast en las próximas elecciones. Voces críticas de izquierda frente al proceso constituyente observan, por su parte, el resultado de la votación como la señal de una nueva lucha de clases. Su argumento es: la quinta parte más pobre del electorado votó de la manera más contundente en contra de la propuesta de Constitución; la redacción de la misma había sido tan sólo un área de juegos para izquierdistas clasemedier@s y, tras una mirada más atenta, esta no habría representado una ruptura real con el neoliberalismo. Estos argumentos provienen, entre otr@s, del historiador Sergio Grez. Continúa siendo un misterio si este eslogan de lucha de clases está basado en algo más que en un populismo de izquierda. Lo acontecido en Chile en torno al proceso constituyente arroja muchas preguntas y es una lección para tod@s aquell@s que están comprometid@s con una transformación radical del mundo y que creen haber encontrado en el feminismo y en el movimiento ambientalista la fórmula para ella. Sigue faltando amárgamente ese “gran otro”, que sea fácil de explicar y se transmita de manera sencilla a tod@s y cada un@, y que trace un horizonte que se extienda a lo largo de las generaciones y sus luchas. ¿Será posible que eso exista?

Traducción: Benjamín Cortés

Katja Maurer fue directora del Área de Relaciones Públicas de medico international por 18 años. Actualmente es responsable del boletín informativo y publica regularmente en la página web de medico.

Con la campaña "Adiós Neoliberalismo", medico ha apoyado a los movimientos sociales que se habían unido para formar su propio equipo de campaña para el "Apruebo". Nuestro trabajo en Chile continuará.


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